mi voz, para no interrumpir
el sueño, que ajeno al frío
te mantiene dormido sobre el heno.
Caminar, quisieran mis píes
de aquel monte, donde la noche habita,
hasta el dintel de la gruta
que te sirve de morada
donde duermes, ajeno, sobre el heno.
Quisiera quedarme así, quieto,
en el umbral de esta gruta,
escuchando tu llanto,
inmóvil, sin que mis brazos,
que tanto lo anhelan,
pudieran cogerte del heno,
acunarte, buscando en tu rostro,
un rasgo, un gesto, de Dios,
y acallar tu llanto,
minetras, de nuevo,
comienza tu sueño.
VÍCTOR HERNÁNDEZ MAYORAL
JULIO 2.014
Caminar, quisieran mis píes
de aquel monte, donde la noche habita,
hasta el dintel de la gruta
que te sirve de morada
donde duermes, ajeno, sobre el heno.
Quisiera quedarme así, quieto,
en el umbral de esta gruta,
escuchando tu llanto,
inmóvil, sin que mis brazos,
que tanto lo anhelan,
pudieran cogerte del heno,
acunarte, buscando en tu rostro,
un rasgo, un gesto, de Dios,
y acallar tu llanto,
minetras, de nuevo,
comienza tu sueño.
VÍCTOR HERNÁNDEZ MAYORAL
JULIO 2.014
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